En una era donde muchos cristianos se alejan de todo lo que parezca «quiérelo y reclámalo», Wilkinson apacigua las dudas al poner la oración en perspectiva y desafía a los lectores a que repitan la oración de Jabes cada mañana y mantengan un registro de los cambios que sucedan. El poder no está en la oración en sí, sino más bien el poder está en lo que crees que sucederá como resultado de la oración y la acción que lleves a cabo.
